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Muchas personas se inician en la meditación porque se sienten insatisfechas y vacías; el estrés, la ansiedad, la frustración y la depresión forman parte de su día a día y tienen una vaga sensación de que la búsqueda de la felicidad, la paz y la satisfacción requiere un enfoque distinto del que ofrece la sociedad occidental.

La meditación proporciona el alivio que buscan y mucho más. Nos enseña que dentro de cada uno de nosotros existe un poder, una energía, una paz y una sabiduría que podemos aprovechar cuando al fin nos damos cuenta de que están ahí. La mayoría de las personas no son conscientes de los recursos interiores que poseen o tienen un concepto erróneo de los mismos.

A través de la práctica de la meditación podemos acallar la mente y desarrollar habilidades intuitivas; nos proporciona paz, compasión, alegría y comprensión.

Lo primero que aprendemos cuando nos iniciamos en el proceso de la meditación es a mirar en el interior de nuestra mente. Y ¿qué encontramos? Una mente en conversación constante consigo misma, que va de un pensamiento o emoción al siguiente, que nunca para de moverse, lo que nos impide concentrarnos y estar tranquilos.

La meditación únicamente puede ocurrir cuando la mente está en calma. Cuando empezamos a meditar, la mayoría de nosotros tenemos serias dificultades para concentrar la mente y mantener un pensamiento positivo. Esto se debe a que llevamos un estilo de vida desequilibrado. Empezaremos por reajustar nuestra forma de vida y así nuestro sistema nervioso se calmará. Una vez que hemos aprendido a concentrarnos, a serenar las ondas de pensamiento; las condiciones serán las adecuadas y llegaremos sin esfuerzo al estado meditativo.

La meditación es el arte de tomarse las cosas con calma y concentrar la mente.

No se trata de un vacío, como se suele pensar, sino de una plenitud de la conciencia en estado puro. A través del sosiego de la mente nos damos cuenta de que, en realidad, tenemos en nuestro interior aquello que estábamos buscando en vano en el exterior: amor desinteresado, la verdadera fuente de la felicidad.

La práctica de la meditación pretende servir de guía para armonizar los estados mentales poco saludables e improductivos, y orientarlos hacia la plenitud y la dicha.

La meditación nos conducirá a un estado de relajación, inocencia y felicidad, completo y espontáneo.